VER 2008

Dios no lee el Mercurio/

Una acción poética de la ironía como revuelta

Catalina Donoso

Blog | reseñas | Revista

Figura 8. El contenido humorístico de la acción poética cobra sentido en la medida que sobrepasa los límites del discurso y genera complicidades en el receptor. Pero también la acción misma de pegar carteles, más allá del texto disidente que éstos soportan, constituye un componente fundamental del discurso: una obra multidisciplinaria que nutrirá su sentido de los cruces, las atmósferas, los transeúntes, la adrenalina de los perpetradores nocturnos de la acción ilegal. C.D.

Figura 8. El contenido humorístico de la acción poética cobra sentido en la medida que sobrepasa los límites del discurso y genera complicidades en el receptor. Pero también la acción misma de pegar carteles, más allá del texto disidente que éstos soportan, constituye un componente fundamental del discurso: una obra multidisciplinaria que nutrirá su sentido de los cruces, las atmósferas, los transeúntes, la adrenalina de los perpetradores nocturnos de la acción ilegal. C.D.

Por eso es relevante que en la acción poética aquí reseñada, el viaje de la reacción sea desde el discurso publicitario hacia un método arcaico de publicidad. Esto quiere decir que, si bien la publicidad ha robado lenguaje al arte para convertirlo en lengua de domesticación, aquí es el arte el que le arrebata su lenguaje a lo publicitario, para devolverlo como lengua de rebeldía, lenguaje de revuelta. Y en este sentido, lo paródico junto al componente ritual de la acción poética, instalan una reivindicación de esa postura crítica inicial que impulsó el desarrollo de las vanguardias históricas. Pero otra vez no puedo dejar de reflexionar también sobre el acto «coleccionista» de quienes arrancaban o pedían los afiches a sus autores para hacerlos propios, para volverlos «propiedad privada». Quienes los llevaban a su casa y los incluían como parte del decorado de su entorno doméstico, ¿no estaban, con ello, negándole su poder de disidencia, para transformarlo en un objeto de consumo? Aún tomando en cuenta su gratuidad, podría decirse que parte de su carga política es desmantelada, convirtiéndose en un artículo de status; en un fetiche, objeto de adorno y tesoro burgués por excelencia. En todo caso, al decir que esta intervención se inscribe en el ethos paródico con la ironía como tropo retórico, concluyo que el aspecto pragmático, vivo, que decodificaba el mensaje es a fin de cuentas el que le da su verdadero sentido. Una materialidad, una «puesta en escena» que se toma las calles de la ciudad. Ese es el objeto en el que puse mi atención. El discurso político-irónico que sostiene la acción poética ilegal es la de burlar la figura monopolizada del Padre por excelencia, Dios, que intenta hablar a través de una primera campaña ultra conservadora que moraliza a través del lenguaje publicitario. El Dios de la primera campaña quiere pasar por moral, desinteresado, altruista, pero esconde y se codea con los creadores de falsos paraísos de consumo y sedación. El Dios de la segunda campaña ha renunciado a la moral para quedarse con la risa, bajado de las planchas de policarbonato para pegarse a las paredes manchadas. La idea original de la campaña publicitaria era aludir a los 10 mandamientos, es decir, continuar luego con 8 nuevas frases. La reacción del colectivo chileno los hizo desistir de tal idea. El impacto que la acción poética tuvo en el ciudadano de a pie volvió tan absurdo a este primer Dios, que cualquier atisbo de norma iría desde entonces acompañada de cornetas y chiflidos. Si ver al segundo Dios implicaba aludir al primero para poder comprenderlo, más tarde, ver al primero significaría siempre ver también al segundo. Se trató, por tanto, de una intervención urbana que dislocó los sentidos de la campaña publicitaria al apropiarse de su identidad desde la parodia, desde la calle; volvió homologables ambos discursos, algo inaceptable para el Dios moralizante y despiadado de la primera, pero totalmente acorde con el Dios burlón de la segunda. Un Dios diseminado por los muros de la ciudad y muerto de un ataque de risa.

Referencias Bibliográficas

Normal
0

21

false
false
false

ES
X-NONE
X-NONE

MicrosoftInternetExplorer4

Deleuze, G. y F. Guattari (1998). El antiedipo. Barcelona: Editorial Paidós.

Hucheon, L. (1992). Ironía, sátira, parodia. Una aproximación pragmática a la ironía. En De la Ironía a lo Grotesco. México: Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalaca.

Kerbat-Orecchioni, C. (1992). La ironía como tropo. En De la Ironía a lo Grotesco. México: Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalaca.

Kristeva, J. (1999). Sentido y sinsentido de la rebeldía. Santiago: Editorial Cuarto Propio.

Sánchez Vásquez, A. (1981). Las ideas estéticas de Marx. México: Editorial Era.

Sarlo, B. (2001). Siete ensayos sobre Walter Benjamin. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

Subirats, E. (1989). El final de las vanguardias. Barcelona: Editorial Anthropos.

/* Style Definitions */
table.MsoNormalTable
{mso-style-name:»Tabla normal»;
mso-tstyle-rowband-size:0;
mso-tstyle-colband-size:0;
mso-style-noshow:yes;
mso-style-priority:99;
mso-style-qformat:yes;
mso-style-parent:»»;
mso-padding-alt:0cm 5.4pt 0cm 5.4pt;
mso-para-margin-top:0cm;
mso-para-margin-right:0cm;
mso-para-margin-bottom:10.0pt;
mso-para-margin-left:0cm;
line-height:115%;
mso-pagination:widow-orphan;
font-size:11.0pt;
font-family:»Calibri»,»sans-serif»;
mso-ascii-font-family:Calibri;
mso-ascii-theme-font:minor-latin;
mso-fareast-font-family:»Times New Roman»;
mso-fareast-theme-font:minor-fareast;
mso-hansi-font-family:Calibri;
mso-hansi-theme-font:minor-latin;}

Esta reseña fue publicada originalmente en el número 8 de nuestra revista, en el verano de 2008, en co-edición con la Universidad Nacional Andrés Bello (UNAB). URL: [http://www.bifurcaciones.cl/008/diosnolee.htm].

Catalina Donoso, Magíster en Literatura Chilena e Hispanoamericana de la Universidad de Chile. Ha publicado el libro Películas que escuchan: reconstrucción de la identidad en once filmes chilenos y argentinos (Corregidor, 2007) y varios artículos sobre cine y literatura. Actualmente se encuentra haciendo un doctorado en Literatura Hispanoamericana en Boston University y realizando una investigación sobre infancia y marginalidad en el cine latinoamericano.

[1] El Mercurio es uno de los periódicos más antiguos en Chile, es toda una institución que representa a los grupos conservadores y fue uno de los medios de comunicación que recibió financiamiento del gobierno norteamericano a principios de los setenta con el fin de desestabilizar el gobierno de Salvador Allende.

[2] The Clinic es un periódico -hoy quincenal- que nació tras el arresto de Augusto Pinochet en Londres en octubre de 1998. Debe su nombre al lugar en el que estuvo detenido el ex-dictador: The London Clinic.

[3] Entre las acciones más recordadas del grupo CADA, está «Zona de dolor» (1980-1982) en la que Diamela Eltit lavó los frontis de varios prostíbulos, o «Una milla de cruces sobre el pavimento», cuando Lotty Rosenfeld intervino con tela blanca la línea discontinua del pavimento en una transitada calle de Santiago, formando una hilera de cruces de 1.700 metros de largo.

[4] Raúl Hasbún es un sacerdote con tribuna televisiva, conocido en Chile por su postura política ultraderechista, de la que hizo gala en la sección especial que el noticiero de Canal 13 reservara para él durante los años de dictadura.

[5] A pesar de que el presente análisis trabaja con la edición chilena de Sentido y sinsentido de la rebeldía (Editorial Cuarto Propio, Santiago, 1999), usamos el término empleado en la edición argentina, por considerar que revuelta contiene, más que rebeldía, connotaciones interesantes que lo vinculan a la idea de revolver algo, de volver sobre aquello y también de desordenarlo, darle la vuelta. En el texto, Kristeva expone tres figuras de rebeldía a partir de la experiencia freudiana: como transgresión del interdicto, como repetición o elaboración, y como juego de combinatorias, desplazamiento.

[6] Un carapálida, es, en lenguaje coloquial en Chile, la acción de mostrar el trasero en público, como gesto de burla.