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Monterreyseccion

 

Monterrey:

Graffiti en blanco y negro

Humberto Guel
Arquitecto. Email: guel@lycos.co.uk

 

"las poesías en las bardas están a la intemperie,
el que quiere las lee e interpreta, y puede hacer con ellas lo que quiera.
Existe mucha crítica de gente que jamás había tenido contacto con la poesía,
pero les pega directamente el mensaje porque las personas están ávidas de que les hagan sentir y pensar
"

Armando Alanis Pulido

Hay quienes piensan que la fotografía en blanco y negro es la que más se acerca a la realidad, por relativa que esta sea. El fotógrafo y documentalista Walker Evans, por ejemplo, veía en la fotografía un documento histórico incomparable, ya que transmite, quizás mejor que cualquier otro medio, aquel instante de realidad que se desliza entre la luz y la sombra. Nunca compartí mucho esta idea, que por su radicalidad perdía para mí su fuerza. Pero entonces conocí los graffitis de Monterrey, y la idea dejó de ser tan descabellada como creía.

La comodidad de Occidente

Después de haber tomado café en el bar del carrer Paloma, en Barcelona, camino por un Ramelleres vacío. Me doy cuenta, sin embargo, que no voy solo: las paredes recubiertas de graffitis me acompañan. El paisaje se vuelve un discurso visualmente fragmentado, donde encuentro por igual a un pollo blanco con la pupila dilatada, a un Bruce Lee desafiante, a José María Aznar, a un pez azul un tanto puesto, a una niña de lentes de pasta y cabello naranja que me mira fijamente, y a un ejercito de elefantes rosas que hablan en mil idiomas mientras marchan en dirección al MACBA. Las calles se han transformado en una escenografía espontánea, y el peatón en un protagonista súbitamente incorporado a ese paisaje de historias extrañas y colores chillones.

Pese a todo, esta nueva realidad, caótica y atrayente como la otra, no me convence. Hay algo en ella que me da desconfianza. Quizás tiene que ver con los colores que le dan forma, y que resaltan el "bienestar" de occidente. Quizás tiene que ver con que han perdido su función de crítica social, y que su sentido se gasta en el simple hecho de acompañarme a casa. Puede ser que los graffitis catalanes sean reales, pero pertenecen a una realidad muy distinta a la mía.


graffiti Barcelona
graffiti Barcelona
graffiti Barcelona
Propiedad de StreetArt.
Propiedad de Stephan Doitschinoff.

"... y el peatón en un protagonista súbitamente incorporado a ese paisaje de historias extrañas y colores chillones"

Realidad en blanco y negro

Lunes 23:21 hrs. Volvía a casa después de un día largo, de esos que caracterizan a ciudades industriales y desérticas como Monterrey. Miraba por la ventanilla del camión y en la colonia Centro, al doblar por Héroes del 47, mi vista se clavó en un muro anónimo, cubierto con cal, donde se había escrito con brocha gorda “La vida aquí es urbana y es simple”. Y efectivamente, en aquel desolado paisaje de antenas y de cables, de cubos de basura y perros callejeros, uno no puede pensar en otra cosa que no sea urbanidad y simpleza. Sin formas, sin personajes de colores mediterráneos, sin un compañero ficticio para el regreso a casa, en Monterrey había encontrado algo nuevo: un instante de verdad en blanco y negro. Porque si en Barcelona lo que llamó mi atención fueron los graffitis de personajes extravagantes y siempre dispuestos a acompañarme a altas horas de la noche, de Monterrey lo que rescato son los cientos de graffitis en blanco y negro que no intentan delinear nuevos paisajes, que abandonan la pretensión de transformar la calle en un escenario vacío para un espectáculo que nunca se presenta.

A diferencia de quien raya un pupitre en el colegio o de quien talla un par de nombres en el árbol de la plaza, los graffitis de Monterrey no tienen la intención de apropiarse del muro. La apropiación, en este caso, no está en el autor sino en el espectador. Las frases escritas con dedicación y leídas al pasar vinculan misteriosamente a quien camina con el muro, y con él, con la ciudad toda. Con esto, la desentrañable relación entre el hombre y el lugar que habita de pronto se simplifica, volviéndose por un instante verdadera. Puede decirse que las bardas de Cuahutémoc están paradójicamente ocupadas por un vacío; por un instante entre el siga y el stop; por un momento, por un pensamiento, por una idea, por un sueño que se desliza entre lo que somos y lo que queremos ser.

Es cierto, el color distorsiona la realidad.


Existo cuando pienso en tii
Despues, no hay despues

"... de Monterrey lo que rescato son los cientos de graffitis en blanco y negro que no intentan delinear nuevos paisajes, que abandonan la pretensión de transformar la calle en un escenario vacío para un espectáculo que nunca se presenta"

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